No me invento nada si digo que la incomunicación es una de las mayores dificultades que existen en nuestra vida cotidiana, en el ámbito laboral, en las relaciones de pareja … Nosotros tenemos las soluciones pero es como si «diese pereza» utilizar en su máxima esencia una de las competencias que nos da el hecho de ser persona, y aún más con el creciente auge de las redes sociales. Olvidamos aquello de tener dos orejas y una boca, por lo que deberíamos de escuchar el doble de lo que hablamos, a la hora de comunicarnos. Eduard Punset y su equipo de psicólogos abordan el tema en un artículo publicado en la revista XL semanal, titulado ¿Por qué nos comunicamos tan mal?
Resulta asombroso pensar que, siendo criaturas nacidas con un don especial para comunicarnos entre nosotros y constituyendo ese intercambio de información y emociones la esencia última que nos define como personas, acabemos entendiéndonos tan mal. Esta es nuestra gran calamidad como especie. 1 No conecto con los otros.Tengo muchísimas dificultades para conectar con nuevos conocidos. Aunque mi aspecto es normal, noto que genero rechazo a primera vista. ¿Pueden ser mis inseguridades lo que yo transmito?
Cecilia Salamanca, psicóloga: los humanos son sociales por naturaleza y a veces cierto rechazo social es inevitable. Cuando alguien es muy sensible, pueden aparecer entonces sentimientos de soledad, baja autoestima e inseguridad. Analiza con objetividad las situaciones en las que te sientas rechazado y hazlo de forma positiva. A veces, la percepción de los hechos puede ser diferente dependiendo de nuestras creencias y emociones.
Eduardo Punset: no descuidemos lo que cada minuto, cada segundo, estamos comunicando de forma silenciosa a nuestro entorno, sin mediar palabra: la comunicación no verbal. El neurobiólogo Giacomo Rizzolatti confirmó en 1996 que nuestros cerebros están diseñados para conectarse los unos con los otros, y sin brujería de por medio. Si mi interlocutor sonríe, indefectiblemente mi estado anímico sentirá alegría; y al revés. A esa mágica capacidad parece deber su existencia la risa. Cuando los grupos de homínidos crecieron, necesitaron manifestar señales para unificar y sintonizar la experiencia emocional de la manada. Una sesión de caricias o arrumacos solo conectaba a dos individuos, pero la risa podía poner en sintonía a varios a la vez. El objetivo era sintonizar porque así cazaban mejor y, por eso, esa capacidad resultó reforzada evolutivamente.
2 Me peleo mucho con mi pareja.
¿Por qué nos peleamos continuamente si nos queremos muchísimo?
Nika Vázquez, psicóloga: es fundamental aprender a comunicarnos de un modo correcto y eficaz. La forma en que se dicen las cosas puede alterar la percepción que se tiene del otro e incluso de nosotros mismos. Del mismo modo, la manera en que nuestra pareja se comunica con nosotros puede fortalecer o afectar a nuestra propia autoestima e influir en la relación. Un entrenamiento en asertividad [un concepto cada vez más en uso que promueve una comunicación más sincera y consciente entre las personas] puede ser clave para comunicarnos con el otro, permitiéndonos seguir discutiendo e intercambiando opiniones, pero siempre desde el respeto y la búsqueda de puntos intermedios.
Eduardo Punset: a veces, nuestra mala comunicación tiene que ver con un perverso uso de nuestra capacidad empática. El psicólogo Richard Wiseman observó que los fallos de entendimiento en las parejas se producen frecuentemente porque lo que uno manifiesta dista diametralmente de lo que la otra persona percibe. ¿Realmente somos siempre sinceros cuando decimos: «Me pongo en tu piel»? Constató notables distancias entre hombres y mujeres a la hora de expresar lo que queremos y lo que el otro escucha. Entre otras revelaciones, Wiseman echa por tierra algunos de los mitos masculinos contemporáneos de la seducción. Errados, los hombres creemos que las mujeres valoran principalmente las señales de la amabilidad, la generosidad y la ternura. No obstante, lo que ellas prefieren ver en nosotros es una clara manifestación de valentía.
3 No puedo discutir con calma.
Cuando converso con alguien sobre temas conflictivos, sobre todo en el trabajo, no soy capaz de permanecer tranquila. Me enfado.
Nika Vázquez, psicóloga: existen dos tipos de comunicación principales: la pasiva-agresiva y la asertiva. Esta última también llamada no violenta o empática es aquella en la que expresamos observaciones, sentimientos y necesidades evitando el lenguaje evaluativo, tanto referidas a nuestros sentimientos como a lo que creemos que el otro está sintiendo o necesitando. Es un estilo de comunicación que evita entrar en conflicto. En cambio, la comunicación pasiva es aquella en la que se asume la responsabilidad sin tenerla, y la agresiva la que busca el enfrentamiento. Quizá te resulte útil informarte sobre la comunicación no violenta, un modelo desarrollado por Marshall Rosenberg que busca que las personas se comuniquen entre sí de manera efectiva y con empatía.
Eduardo Punset: hay que tener mucho cuidado con lo que decimos. ¿Cuánto daño hace un insulto? Wiseman ha estudiado el impacto que tiene una palabra dicha con inquina en la autoestima de su destinatario y ha calculado que son necesarios cinco halagos para compensar el dolor. Pensemos en la cantidad de relaciones de amistad o amor que se rompen debido a la cascada de malestar que desencadena una frase de desprecio en quien la recibe. De repente, todos los mimos y celebraciones que esa misma boca emitió en el pasado desaparecen y la única imagen que queda es esa maldita frase envenenada.El rechazo duele. La neurociencia ha demostrado que la crítica y el rechazo pueden llegar a causar sensaciones de dolor físico, ya que en su percepción están involucradas las mismas regiones neurales encargadas de procesar lo que sentimos tras una lesión muscular.
4 ‘Compañeros tóxicos’ en el trabajo.
Trabajo en una oficina con un ambiente algo enrarecido. Una de mis compañeras nos hace la vida imposible a todos. No sé cómo enfrentarme a esta situación.
Pablo Herreros, psicólogo: de manera general, lo mejor que podemos hacer para contrarrestar la tendencia de estas personas al autoritarismo es trasladarle la idea de que les hemos perdido el miedo. Además, otras estrategias adicionales que te pueden ser útiles son evitar el aislamiento social, no intentar convencer o cambiar a los hostigadores, responder a las calumnias o ataques pero sin pasividad ni agresividad, evitar reacciones exageradas y realizar actividades que aumenten tu capacitación profesional.
Eduardo Punset: inevitablemente, a lo largo de nuestra vida nos encontramos con personas cuyo balance emocional da un saldo tan negativo que parecen condenadas a ir sembrando el malestar allá por donde pasan. Lo recomendable es tratar de protegernos contra el veneno que esparcen, pero no siempre es posible. Poner barreras emocionales contra el acoso es el primer paso para blindar nuestra autoestima. El segundo es aprender a expresar correctamente nuestros deseos y necesidades. De todo esto habla la asertividad, que promueve una comunicación más sincera y consciente entre las personas. Es una competencia fundamental de las relaciones humanas que, por desgracia, no nos enseñaron en la escuela, pero que también se aprende.
5 No confío en nadie.
He sido siempre muy rebelde, quizá por haber crecido en una familia desestructurada. Estoy casada y tengo amigos, pero no confío en nadie. He llegado a apoyarme en el alcohol. Me siento en un laberinto.
Pablo Herreros, psicólogo: Ami Rokach y Heather Brock realizaron un interesante estudio en el que se analizaban diversas estrategias de individuos que habían gestionado con éxito su soledad. Las más eficaces resultaron ser aquellas relacionadas con la aceptación de ciertos niveles de soledad, la realización de actividades relacionadas con el desarrollo personal y la empatía. Todas ellas centraban la atención en la oportunidad de ser uno mismo y reconocer los miedos propios como requisito previo a la búsqueda de relaciones sociales para que estas se produzcan con mayor facilidad. Por lo tanto, de manera paralela a la búsqueda de nuevos amigos o el retomar la amistad con algunos ya viejos, sería bueno para ti iniciar un proceso de gestión de emociones, como el miedo a estar solo o a ser rechazado.
Eduardo Punset: la soledad continúa siendo una de las enfermedades fantasma de nuestros días. Se ha situado el mal de la soledad en el cajón de la depresión, aunque ni son lo mismo ni tienen el mismo tratamiento, ni afectan a las mismas personas. Solo últimamente la ciencia ha empezado a considerar la soledad como un problema propio. Se ha comprobado que la soledad está relacionada con alteraciones en los sistemas inmunológico, nervioso y vascular, provocando casos de cáncer, infecciones y dolencias cardiacas. Nuestra generación tiene el reto de admitir que se puede actuar contra el aislamiento social sin necesidad de acudir a fármacos ni terapia: solo buscando la manera de que la persona a quien le duele la soledad encuentre vínculos en otras personas y pueda apoyarse en ellas.
6 La gente huye de mí.
Lo he sentido desde pequeña. La gente no quiere saber nada de mí, y esto ha ido minando mi autoestima. Me he planteado muchas veces el suicidio. Siento una soledad infinita y me muero de pena.
Cecilia Salamanca, psicóloga: seguro que tienes muchas cualidades que ahora no aprecias en ti, quizá porque te preocupas más por agradar a los demás que a ti misma. Siempre podemos intentar mejorar y eso nos hace ser cada día un poco más felices. Busca la felicidad en esas pequeñas cosas que tienes a tu alrededor y sobre todo nunca te olvides de ti misma: lo que hagan los demás no es más importante.
Eduardo Punset: para poder tratar la soledad hay que buscar las causas. John Cacioppo, psicólogo de la Universidad de Chicago, ha realizado diversos estudios de genética del comportamiento empleando gemelos y ha constatado que la heredabilidad en la percepción de soledad hablamos de aquellos que se sienten solos y viven esta falta de relaciones como una carencia llega al 50 por ciento. Aunque existen numerosos factores medioambientales que pueden inducir a la soledad, el hecho de que las personas se sientan solas habiendo tanta gente a nuestro alrededor solo puede ser explicado mediante la predisposición genética.»