Han acabado las vacaciones para muchos, y es momento de reincorporarse a las “rutinas diarias”. Vuelvo con las pilas recargadas, y es que suelen ser fechas, una vez pasado el verano, cuando uno se plantea nuevos objetivos a cumplir en su vida personal y/o laboral. Es como si se empezase de nuevo.
Algunos consiguen esos objetivos a cumplir y otros quizás necesiten la ayuda de un coach para que le acompañe en el camino. ¿Pero qué es esto del coaching?
Aún recuerdo el primer día de un máster de coaching que realicé hace varios años. Yo venía estresado por la dura jornada laboral que había tenido. En aquel tiempo trabajaba de educador en un centro de menores. Había sido un día duro, y quizás mi intención era encontrar, al apuntarme a un máster de este tipo, gente de mi propio sector, a parte de interesarme en que era esto del coaching. Yo estoy formado en Psicología y por tanto estaba seguro que me encontraría gente formada en psicología, pedagogía, educación (profesores, educadores…).
Resumiendo, gente, personas que tratasen a personas en su profesión, y que viesen en esto del coaching, una herramienta más para facilitar el trabajo a realizar del día a día.
Cual fue mi sorpresa cuando en la presentación observé personas de todas las profesiones posibles: habían químicos, ingenieros, diseñadores gráficos, amas de casa…etc. De psicólogos por ejemplo, eran cuatro de veinticinco alumnos. En ese momento pensé que me había equivocado. Buscaba quizás el sentimiento de pertenencia a un colectivo con el que poder compartir problemas y soluciones. No acababa de entender que es lo que motivaba al resto de las personas apuntarse a un máster de este tipo.
El máster se alargaba en el tiempo durante un año, y a los pocos días me di cuenta que el equivocado era yo. El coaching no tenía nada que ver con la Psicología, o eso es lo que decían los docentes, y lo creo a pies juntillas pero quizás con algunos matices.
Seguro que habéis oido hablar que es el coaching y que no es coaching. Una definición que me gusta es la de un proceso de acompañamiento individualizado en el cual el coachee libera su talento a través de la detección de sus puntos fuertes y sus oportunidades de mejora y la elaboración y seguimiento de un plan de acción concreto.
El coaching no es formación ni consultoría, ni tampoco terapia. La terapia y la orientación psicológica están para remediar los problemas del cliente. Los clientes van a la terapia porque tienen alguna patología o enfermedad y lo que ellos quieren es huir del dolor o malestar en lugar de obtener las metas deseadas. El Coaching se enfoca exclusivamente en el presente y el futuro.
Básicamente, el buen coach ha de llevar a la excelencia el arte de escuchar, saber hacer preguntas que hagan reflexionar al coachee y establecer junto con el coachee, sobretodo al principio del proceso de coaching, un objetivo lo suficientemente retador para que el cliente esté motivado para luchar por él.
Sin embargo, dentro de una profesión que no está del todo regulada, cabe todo el mundo. Esto significa que nos encontraremos con “coaches” atrevidos que lo son a partir de “un cursito”, y no dudo que seguramente algunos de ellos tengan las competencias necesarias anteriormente comentadas, pero otros no. Igualmente nos encontraremos con otras personas con mucha formación en este ámbito pero que no ejercen por el miedo que les provoca “quedar bien” ante el cliente.
Mientras que no se regule esta profesión, tendremos el riesgo de encontrarnos con diferentes perfiles de personas trabajando de coaches. Y si hay algo importante, muy importante que hay que destacar es que estamos hablando de trabajar con personas: personas con emociones, creencias, objetivos, “problemas”, y no todo es lanzarse sin unos mínimos conocimientos. Y me refiero esta vez, a tener unos conocimientos previos de psicología. Cuando se trabaja con un coachee, nos podemos encontrar con personas que quieren superar un problema que tienen, y el coaching es bienvenido. Como decía, un buen maestro que tuve, Vicens Olivé, en una entrevista que le realizaron: “el coaching existe porque no tenemos buenos amigos”. Pero también es verdad que nos podemos encontrar con coachees con alguna patología, y si no tenemos formación en el campo de la psicología podemos hacer una mala praxis. Sería aquello de “es peor el remedio que la enfermedad”. En este caso deberíamos detectar esa patología y saber derivar al especialista correspondiente.
Dice un buen amigo mío, que los psicólogos no nos sabemos vender bien. Algunas veces pienso que aún es un tema tabú decir que tengo un problema y estoy acudiendo a un psicólogo, pero sin embargo parece que queda muy glamuroso decir que tengo visita con “mi coach”.
Comentarios 1
Bona explicació i reflexió. Es veritat que segur que una bona formació prèvia ajuda a fer millor les coses, però com també sabem tots, això no ho és tot,oi?, hi ha qui sap escoltar, respectar els silencis, motivar i ajudar sense ni que es noti i molt millor que potser algú amb molta formació, però també és veritat que conèixer casos, teories, i coneixements previs donen unes pautes necessàries. Ho dic, perquè quan havia d'agafar monitors per a educació especial, sovint, els que tenien més iniciativa, vista, improvització i responsabilitat éren justament els que menys estudis tenien… i ho dic amb la mà al cor!…Potser m'he anat una mica del tema, perdona, però m'ha interessat aquest punt… I tens tota la raó en aquest final: té més glamour parlar del teu coaching que del teu psicòleg…què hi farem…potser és veritat que no ens sabem vendre…Un petó Carlos, per a tots!