Últimamente está cada vez más de moda eso de ser emprendedor. ¿Pero cómo podemos ser emprendedores? ¿Qué es lo que necesitamos? Está claro que en la escuela no nos enseñan a ser emprendedores. Cuando acabamos la educación secundaria nos planteamos entrar en los estudios de bachiller para a continuación elegir carrera, pero en muy pocos casos el planteamiento es querer estudiar algo con el objetivo de «montármelo» por mi cuenta.
Todo lo contrario, aún elegimos carrera en función de si lo hace también algún amigo mío, o en función de las estadísticas que en ese momento existan, es decir, aquello de si esta carrera tiene más salida o menos salida.
¡Vamos mal! Lo peor de todo esto es que esta opinión es compartida y apoyada por las familias respectivas y el profesorado en general, excepto en contadas excepciones. Para que nos entendamos, se mira «mal» aquel o aquella que se sale fuera de la norma y pretende estudiar algo fuera de lo común, simplemente porque «eso» es lo que le apasiona. Esta pasión es una de las principales características que un emprendedor debe tener. PASIÓN por lo que hace.
Aún con la que está «cayendo», si se hiciera una encuesta en los jóvenes que están estudiando una carrera, sobre que es lo que harán cuando terminen sus estudios, la respuesta habitual sería aquella de enviar currículums a las empresas esperando poder concertar una entrevista … etc. ¡Vamos mal!. Y es una idea muy lícita, pero quizás ya es hora de elegir que queremos hacer con nuestra vida y que no la elijan por nosotros.
Hay dos tipos de emprendedores, como decía en un post anterior. Aquellos que son emprendedores por vocación y también emprendedores por necesidad. De los primeros hay pocos. Son aquellos que siempre, desde que son niños, y se han planteado hacer cosas, han tenido resistencia a la frustración y no han cesado en el intento cuando las cosas no les han salido como quisieran. Son persistentes y tienen una gran capacidad de levantarse y ver el horizonte y sobre todo, no se rinden cuando han caído. De los segundos, cada vez hay más. Son aquellos que ante la situación actual, se ven obligados a emprender. Tienen una idea de negocio desde hace tiempo y creen que ahora es el momento de hacerla realidad. En el camino se encontrarán con días de lluvia y de nieve, pero saben que pueden encontrar también días de sol y que aunque sean pocos, éstos les servirán como motor para seguir adelante.
Últimamente me he encontrado con otro tipo de emprendedores, y este sería un tercer tipo de emprendedor. Serían aquellos que son empujados, por alguien cercano a ellos, a emprender. No lo tienen muy claro, pero se mueven por «la moda de ser emprendedor» y se tiran al río. ¡Cuidado! Algunos tienen éxito porque el proyecto de emprendimiento ya está muy encarrilado (se juntan con algún amigo que ya lo tiene por la mano) pero no en todos los casos es así. Nos guiamos mucho por los consejos de la gente cercana (¡si a mí me ha ido bien porque no a ti!, ¡venga!, ¡prueba que seguro que te irá genial!). No todas las personas sirven para ser emprendedor. Hacemos un flaco favor aconsejando.
Sí, aunque sea muy «fashion» ser emprendedor, no todo el mundo sirve, y este es un mensaje que debe quedar muy claro. Aunque sean necesarios en la situación socioeconómica que vivimos, no todos estamos preparados. Aparte de los conocimientos técnicos sobre el tema que queremos emprender, se necesitan otro tipo de conocimientos, que por cierto tampoco nos enseñan en las escuelas, y me refiero en este caso a lo que llamamos competencias emocionales. ¿Nos sabemos gestionar las emociones? En el camino de emprendedor, sin duda, un elemento fundamental será él mismo. ¿Cómo me administro el miedo ante las dudas que me surgen? ¿Y si sale mal?. ¿Y si pierdo todo el dinero invertido?. ¿Y si mi círculo cercano de amigos me dicen aquello de «te lo dije: esto no funcionaría»?. ¿Y si …?, ¿Y la rabia como me la gestiono? (Aquel cliente que me dijo que me pagaría a 30 días y ya han pasado 60, aquel cliente que me prometió que contaba con mi proyecto y al final se echó atrás, …), ¿y la tristeza? ¿y la alegría? Conozco clientes míos que me hablan de depresión, ansiedad, fobias, etc y muchos de ellos son emprendedores que no contaron con eso «tan espiritual» de saberse manejar las emociones.
Siguiendo con el tema de las competencias emocionales necesarias para emprender daría especial énfasis también en cómo nos planificamos el tiempo. ¿Queremos trabajar de sol a sol? ¿Nos queremos olvidar de los motores que hasta ahora han servido para levantarnos cada día con ilusión? ¿Nos queremos centrar cada día a la hora de trabajar en cosas proactivas o en cosas reactivas? ¿En qué centramos toda nuestra fuerza cuando emprendemos? ¿Dejamos lo «importante» para mañana?.
¿Y cómo nos comunicamos? Desde mi experiencia, un factor fundamental que hace que una persona triunfe en su proyecto de emprendimiento es sin duda tener una gran capacidad de comunicación. Que se adapte a cualquier persona que pueda tener tener como proveedor o como cliente. Que tenga una gran capacidad de escucha activa y que una vez haya escuchado y se haya interesado por el otro, que pueda tener ese argumento que pueda persuadir al otro.
Pero para ello, para todo ello, tienes que ser creíble y sobre todo que te lo creas. Y sólo puedes creértelo si sientes pasión por lo que haces.
Artículo publicado por Carles Marcos en las revistas juveniles «Papers de joventut» y «Entrejóvenes» de la Organización no gubernamental Asociación Diomira.
Siguiendo el hilo del artículo que me publicaron, os quiero mostrar un vídeo, extraído de un anuncio publicitario, que tiene relación con lo expuesto. Son «esos pequeños consejos» que en mi opinión si que son válidos y que necesitamos en el día a día ante la indecisión o las dudas que tenemos o que hemos tenido en un momento dado cuando somos jóvenes.