¡Ha llegado el verano! A algun@s les llega el momento de encontrar el descanso merecido después de un año de trabajo. Otr@s no han tenido la oportunidad laboral, y están en esa lucha de buscar esa posibilidad para demostrar lo que saben hacer. Es oportuno que los unos y los otros hallen el momento para relajarse y también para reflexionar sobre que cosas se pueden hacer mejor a partir de Septiembre.
Muchas de esas cosas se podrán hacer si rompemos con nuestras creencias limitantes que nos «prohiben» hacer aquello que nos gustaría. Es simplemente llegar a reflexiones que nos digan el porqué seguimos «encadenados» a determinadas maneras de hacer con las que no conseguimos los resultados deseados.
Me gustaría que dediquéis atención a un cuento de Jorge Bucay que habla del tema. Es bastante conocido. Quizás ya lo conocéis, pero de vez en cuando es bueno leerlo de nuevo y que nos pueda servir para invitarnos a la reflexión.
«Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.
También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
–Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»…
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…»
¿Estáis encadenados…? ¡Espero que paséis unas muy buenas vacaciones!. Yo lo haré para recargar pilas y volver en Septiembre con nuevos temas para compartir con todos vosotr@s. ¡Un abrazo!
Comentarios 2
Buenísimo post, y buenísimo-grandísimo Jorge Bucay.
Estamos en tiempos de reflexión, y está en nuestras manos, y en nuestras esperanzas, el poder cambiar algo. A veces creemos tener incapacidades creadas por algún mal referente (indefensión aprendida). Pero debemos ser objetivos para ver hasta dónde hemos llegado en nuestro "yo" personal. Y sumergirnos en el positivismo: –Si he sido capaz de hacer todo esto y llegar hasta aqui, ¿quién dice que no podré hacer todo lo que me propongo?–
Al menos hay que probarlo, ¿no?
No te falta razón Aigua! Por un lado corroboro "la grandeza" de Bucay. Tiene relatos muy buenos que invitan a eso, a la reflexión… Por otro lado, sin duda alguna todo depende de nosotros. En muchas nos damos cuenta de muchas cosas pero no lo llevamos a la práctica. Es simplemente probarlo y si no sale como nos ha gustado, pensar en otro camino que llegue a aquello que anhelamos. Es simple, no?
Un abrazo