No estaría mal que todos los bares o restaurantes pusieran eso de «hablen entre ustedes» en sus puertas. Y es que de esta manera eliminamos el problema de donde colocar el móvil a la hora de comer con la familia o con amigos. ¿Dónde va el móvil? ¿A la derecha o a la izquierda del plato?. Hace ya un tiempo que van surgiendo «chistes» como lo expuesto anteriormente, y todos esbozamos la típica sonrisa sabedores del «problema».
En el fondo somos conscientes que nos perdemos mucho por el camino con la adicción que solemos tener hacia las redes sociales, y es que tampoco se trata de demonizar ahora algo que es inevitable en el sigo XXI, y del que sabemos que obtenemos muchas ventajas. Quizás se trata más de valorar que con el paso del tiempo estamos perdiendo ese músculo de la comunicación que parece que no le damos la debida importancia. Comparto un extracto de un artículo de la psicóloga Clotilde Sarrió en su blog y al que titula ¿Sustituyen las redes sociales a las relaciones interpersonales?.
«Éstas y otras cuestiones similares son planteadas cada vez más a través de diversos estudios que analizan las repercusiones, positivas y negativas, del uso y abuso de las nuevas tecnologías que nos han familiarizado con las redes sociales y términos como Facebook, Twitter, WhatsApp, SMS, E-mailo Skype. Todos ellos están asociados al uso generalizado de ordenadores, tablets y unos dispositivos de telefonía móvil cada vez más sofisticados que posibilitan una increíble instantaneidad en las comunicaciones interpersonales, haciéndolas tan eficaces como si los interlocutores estuvieran juntos en una misma habitación aunque se encuentren a miles de kilómetros de distancia.
A través de las redes sociales, es posible establecer relaciones entre personas que, en otro contexto, nunca llegarían a cruzar una sola palabra en el mundo real, o en lo que hace sólo un par de decenios era el mundo real, cuando los jóvenes se comunicaban cara a cara y organizaban fiestas a las que se invitaban unos a otros, bien directamente o bien por correo postal o a través de llamadas telefónicas, para luego, una vez reunidos ser presentados a personas hasta entonces desconocidas, ampliándose así los respectivos círculos de amistades. De un modo diametralmente opuesto, en la actualidad, una simple invitación a través de Facebook o Twitter permite convocar a cientos o miles de personas sin necesidad de que se hayan visto previamente mas allá de la pantalla de un ordenador o de su smartphone.
¿Son las redes sociales un fenómeno realmente nuevo?
Se podría responder a esta pregunta tanto afirmativa como negativamente, pues mucho antes de que existieran las redes sociales creadas y reguladas a través de dispositivos informáticos, ya existían otro tipo de redes y modos de comunicarse e interaccionar los individuos entre sí; es mas, siempre han existido redes desde el momento en que un grupo de amigos o conocidos han decidido reunirse para practicar un deporte, ir a una fiesta, estudiar en casa de alguno, escuchar música, o también, relacionarse en el contexto de la familia, ese grupo primigenio con el que, desde tiempos remotos, el ser humano se ha sentado alrededor de una mesa tanto para comer como conversar, ampliándose el número de participantes en conmemoraciones especiales y fechas señaladas por la tradición de cada grupo según sean sus hábitos culturales.
La diferencia fundamental entre las viejas y las nuevas redes sociales (entendiendo como tales los mecanismos de interrelación humana) se encuentra la inmediatez y la virtualidad que éstas últimas aportan, así como la posibilidad de interaccionar y de convertir a cada miembro del grupo no sólo en receptor de información sino también en generador de la misma.
Ventajas e inconvenientes de las redes sociales
Ventajas
-Tal vez la primera ventaja atribuible a las redes sociales sea la ayuda que suponen para acabar con el aislamiento al que se ven abocadas muchas personas y comunidades, bien por sufrir una minusvalía que los mantiene inmovilizados en sus casas o bien por el aislamiento geográfico propio del ámbito rural o de determinadas zonas de difícil acceso. Gracias a estas redes, millones de individuos pueden hoy acceder a servicios y a hobbies así como pertenecer a comunidades hasta hace bien poco impensables para ellos.
-Facilitar la comunicación y el establecimiento de lazos entre personas con intereses, necesidades y preocupaciones comunes.
-Mantener un contacto próximo y frecuente con familiares y amigos sin que la distancia sea un impedimento
-Importantes ventajas aplicables al ámbito académico y laboral como la posibilidad de acudir y participar en eventos y conferencias (a veces en otros países) sin necesidad de desplazarse; acceder a oportunidades laborales; realizar estudios a distancia, etc.
-Posibilidad de movilizaciones colectivas solidarias en casos de emergencias por desastres naturales, conflictos bélicos, marginación de colectivos y tantas otras situaciones en las que las redes sociales permiten comunicarse simultáneamente a miles (incluso millones) de personas en muy poco tiempo.
Inconvenientes
-Peligro de desvirtualización de la calidad de las relaciones humanas al quedar sustituido el contacto físico-real por la relación virtual que supone relacionarse a través de una pantalla. En cualquier caso, este inconveniente podría contemplarse como una ventaja en forma de ajuste creativo en determinadas circunstancias (como soledad, personas con carencias de habilidades sociales para relacionarse) en las que en lugar de quedarse sólo y aislado el individuo, pueda experimentar la sensación de que “siempre existo para alguien” aunque sea sólo a través de una presencia virtual.
-Peligro de desvirtualización de la calidad de las relaciones humanas al quedar sustituido el contacto físico-real por la relación virtual que supone relacionarse a través de una pantalla. En cualquier caso, este inconveniente podría contemplarse como una ventaja en forma de ajuste creativo en determinadas circunstancias (como soledad, personas con carencias de habilidades sociales para relacionarse) en las que en lugar de quedarse sólo y aislado el individuo, pueda experimentar la sensación de que “siempre existo para alguien” aunque sea sólo a través de una presencia virtual.
-Dificultad en la capacidad para administrar el tiempo (las horas suelen ser más cortas ante la pantalla de un ordenador) y peligro de que el uso de las redes sociales se convierta en una adicción.
-Riesgo de deterioro de las esencias definitorias de las relaciones humanas como consecuencia del cambio cultural impuesto por los avances tecnológicos.
-Posibilidad de perder la privacidad al manejar inadecuadamente los datos que se introducen en las redes sociales; se incluye en este apartado la eventualidad de ser engañado por alguien que crea una falsa identidad o que suplanta la de otra persona o incluso la nuestra.
-Peligro de caer en manos de redes criminales que, a través de los datos facilitados a una red social, incurran en delitos como por ejemplo la pornografía infantil.
¿Afectan las redes sociales a la salud mental y a las relaciones humanas?
Es habitual encontrarse en las terrazas de las cafeterías con grupos de jóvenes sentados a una mesa, sin mirarse entre si y pendientes de la pantalla del dispositivo móvil que cada cual sostiene en sus manos, un comportamiento que desvirtúa lo que debería ser una interrelación humana saludable y que ha puesto en guardia a sociólogos, psicólogos y psiquiatras por el peligro que entraña tanto para la salud mental individual como colectiva.
Aunque, aparentemente, participar en redes como WhatsApp o Facebook ayude a comunicarse a ciertas personas tímidas o con baja autoestima, no es menos cierto que también puede incentivarlas a rehuir de los contactos reales para contentarse con el anonimato de la virtualidad, circunstancia más fácil de soportar que el esfuerzo que supone afrontar una relación real.
La frecuencia con que muchos usuarios consultan las redes sociales (varias veces por minuto en algunos casos) repercute negativamente en la concentración requerida para el trabajo o los estudios propiciando un abandono de las responsabilidades.
La consecuencia negativa más frecuente debida a un mal uso de las redes sociales, es la conducta obsesivo-compulsiva que puede generar en quienes viven permanentemente pendientes de los avisos que suenan en sus teléfonos o tablets y sienten la necesidad de responder a los mismos independientemente de que estén solos o acompañados, vayan andando o, lo que puede ser mortalmente peligroso, conduciendo un automóvil.
El usuario compulsivo de las redes sociales presenta un “temor a estar desconectado” que le genera la necesidad adictiva de estar permanentemente activo en las redes. A esta situación se le denomina FOMO, acrónimo del inglés “fear of missing out” que traducido al español significa “miedo a estar fuera” o “miedo a perderse algo” (reuniones, eventos, conciertos, cenas…) y que se manifiesta como una ansiedad a que algo muy interesante pueda suceder mientras se está desconectado.
Otra situación patológica, consecuencia del mal uso de las redes sociales, es la ansiedad que genera la envidia que ciertos usuarios compulsivos experimentan al ver publicaciones de amigos (reales o virtuales) que exhiben un bienestar al que ellos no tienen acceso (viajes, compra de un aparato tecnológico de última generación, anuncio de eventos como tener pareja o ir a contraer matrimonio…). Además de envidia, estas situaciones pueden ocasionar sentimientos de frustración, tristeza y depresión por la tendencia a idealizar la vida de los otros (quienes tal vez la inventen o sólo muestren una parte de ella) y mortificarse al darse cuenta de que se carece de posibilidades de ser como ellos.
Un estudio realizado por Larry Rosen, profesor de psicología de la Universidad Estatal de California, llega a la conclusión de que los adolescentes que frecuentan Facebook presentan más tendencias narcisistas (en términos de la Terapia Gestalt hablaríamos de egotismo neurótico, es decir de una fobia al contacto, al vínculo) que el resto de la población, así como también que los adultos jóvenes adictos a esta red social son más propensos a manifestar ciertos problemas psicológicos como un comportamiento antisocial.
También la frecuentación excesiva de Facebook puede distraer en los estudios y repercutir negativamente en el rendimiento escolar y el aprendizaje.
….»
….»
Os muestro un vídeo que la psicóloga Clotilde Sarrió acompaña en su artículo, y que muestra con humor lo expuesto…