Hace unos días recordaba un cuento que me explicaba una persona querida sobre el tema de la educación inclusiva. Ella implicada desde hace tiempo no paraba de contarme historias llenas de emociones, de esas chulas donde nadie es más que nadie, ¡de esas que gusta escuchar! Gracias Yoli!!!
Cuadradito juega con sus amigos Redonditos.
¡Ring! Es la hora de entrar en la casa grande.
¡Pero Cuadradito no puede entrar! No es redondo como la puerta.
Cuadradito está triste.
Le gustaría mucho entrar en la casa grande.
Entonces, se alarga, se tuerce, se pone cabeza abajo, se dobla. Pero sigue sin poder entrar.
-¡Sé redondo! – Le dicen los Redonditos.
Cuadradito lo intenta con todas sus fuerzas.
-¡Te lo tienes que creer!- dicen los Redonditos.
-Soy redondo, soy redondo, soy redondo…- repite Cuadradito. ¡Pero no hay nada que hacer.
-¡Pues te tendremos que cortar las esquinas! – dicen los Redonditos.
¡Oh, no! – dice Redondito. ¡Me dolería mucho!
¿Qué podemos hacer?
Los Redonditos se reúnen en la sala grande. Hablan durante mucho, mucho tiempo. Hasta que comprenden que no es Cuadradito el que tiene que cambiar.
¡Es la puerta!
Entonces, recortan cuatro esquinitas, cuatro esquinitas de nada…que permiten a Cuadradito entrar en la casa grande…junto a todos los Redonditos.
(Nunca se conoce realmente a una persona hasta que uno se calza sus zapatos y camina con ellos)
Por cuatro esquinitas de nada.
Jérôme Ruillier
¡Os deseo un feliz día! ¡Nos vemos en facebook, Twitter o en Linkedin…!!! Y si queréis likear, retweetear y sharear, ¡no lo dudéis…! ¡yo agradecido!