Cuesta más defender tu postura con tu verdad que con la mentira, pero tu dignidad se queda tan ancha, y eso no te lo quita nadie cuando vas de verdad. Y se nota fácil, porque te esfuerzas en tu argumento y lo vives a parte de sufrirlo para que te entiendan. Por el contrario, cuando vas desde la mentira, ya sabes que se trata de repetir cuatro cosas aprendidas, y que te sabes bien, varias veces hasta la saciedad para desviar la atención del otro y da igual si te escucha o no. Esto último triunfa lastimosamente y aunque al principio ganas y convences, la mentira tiene las patas muy cortas.
Sin duda, persuades más y dejas sin argumentos al otro a la hora de rebatir en un conflicto, si insistes y no te rindes con tu verdad. Decía Séneca que el lenguaje de la verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios.
Bon dia tingueu!!!
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