Cuando algo nos sale mal o no tan bien como quisiéramos, preferimos externalizar culpas sin parar a pensar en la responsabilidad que tenemos ante el problema. Estamos contaminados por el arte de la queja constante, y no hacemos nada poder solucionarlo. Nos quejamos de que nuestra pareja no nos entiende, del jefe que es un dictador, de que no hay salida a la crisis, el paro no tiene solución…Podríamos hacer un gran listado de quejas personales y sociales interminables que nos llevan definitivamente al sufrimiento, mientras que no nos damos cuenta que ese quejarse no conduce a nada, y que algunas veces ¡Sí, ya lo sé, solo algunas veces! el primer paso del camino está en hacerse autocrítica y ponerse en marcha.
Bon dia tingueu!!!
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