¡Buff! ¡Mis hijos se están haciéndose adolescentes! ¿Tenemos un problema? ¡Podría ser! Siempre y cuando mires lo que hiciste anteriormente. Vamos estresados de un lado a otro, pensando sobre todo en el trabajo, si lo tienes, y te olvidas del otro trabajo que un buen día elegiste. Fue bonito mientras duró, mientras no te negaban nada de lo que decías, pero llega un momento que sí. ¡Te lo niegan todo! ¿Y entonces, qué? Pensamos que los jóvenes de hoy están más descontrolados que nunca, y cabe la posibilidad que la sociedad actual no ayude, pero no es justificación. Está claro que con el paso a la adolescencia hay cambios físicos, emocionales, intelectuales, sociales…etc. que provocan también reivindicaciones de libertad que favorezcan su autonomía, sin duda imprescindible para su futuro. Si no se ha trabajado en el durante, puede que la reivindicación sea una gran fuente de “rebeldía negativa”.
Creo que la necesidad de educar en la rebeldía es necesaria en los tiempos que corren pero siempre que se use en el buen sentido. Me refiero a esa “rebeldía positiva” que es fundamental en nuestra sociedad, pero que se ha de trabajar desde un buen principio o inicio para que no se vuelva en nuestra contra. Para ello, y no me invento nada, seguimiento y más seguimiento podría ser la clave… Comparto un reportaje escrito por la psicóloga Beatriz G. Portalatín publicado en el diario El Mundo donde se hablan de esas claves necesarias para educar a adolescentes y titulado Su hijo adolescente le reprocha estas 10 cosas.
“La radiografía más simple y tal vez clara que todos tenemos sobre los adolescentes es que sólo piensan en alargar la hora de llegar a casa, en estar cuanto más tiempo con sus amigos, mejor, en hablar de chicos, de chicas, de hormonas, de sexo y demás variantes y, desde hace algunos años, en estar continuamente conectados a internet (según el Instituto Nacional de Estadística, los jóvenes de 16 a 24 años son, precisamente, los que más usan las redes sociales).
Sin embargo, como todo y como todos, ellos también reivindican una mejor imagen de sí mismos, una que se ajuste a la realidad y que no caiga en los mismos tópicos de siempre: que están en su mundo, que casi no salen de su cuarto, que están como ausentes… Los expertos no dudan en afirmar que la adolescencia es una de las etapas más maravillosas de la vida, incluso la más creativa y enriquecedora. Se trata de una etapa de evolución y de aprendizaje que, al igual que todas, permite avanzar un paso más hacia el equilibrio y la felicidad.
¿Por qué a los padres, les cuesta tanto comprender esta fase de la vida? ¿Por qué hay tantos conflictos? ¿Qué es lo que realmente los hijos reclaman de sus padres y éstos desconocen? «Lo que realmente los adolescentes piden a sus padres es que les quieran exactamente como son ahora», afirma Fernando Alberca, uno de los mayores expertos en Educación del mundo y autor de diversas obras sobre la materia, entre ellas la famosa Todos los niños pueden ser Einstein.
Los chicos han crecido, su cuerpo se ha desarrollado, pero aún no son adultos y necesitan que sus padres se preocupen por ellos con la misma paciencia que antes. Esto es, «demostrar a nuestro hijo el mismo amor que cuando era bebé y teníamos que levantarnos cada tres horas por la noche, o le enseñábamos a hablar o a andar. Ahora, de nuevo, necesitan nuestra atención, aunque sea de otro modo», asegura Alberca.
Aunque a veces los padres sean reacios a creerlo, los chicos saben que están en una fase de cambios importantes para su vida, que están descubriendo cosas, y que ésta es una de las etapas más importantes de su crecimiento. Pese a que no lo reconozcan de viva voz, los adolescentes necesitan de sus padres y, por ello, reclaman de ellos estas 10 cosas. (Como en las matemáticas, en este caso, el orden tampoco altera el producto). «Por norma general, los adolescentes exigen las mismas cosas de sus padres que éstos de su jefe o superior», mantiene Amador Delgado, doctor en Psicología, profesor, orientador y autor, entre otras publicaciones divulgativas, del reciente libro Mi hijo no estudia, no ayuda, no obedece (Pirámide).
- Sentirse valorados
Todos queremos que nos aprecien y, cuando el jefe nos felicita, nos hace felices. Con los adolescentes pasa lo mismo: «Al sentirse reconocidos mejora su autoestima, se fortalece su personalidad y aumenta la seguridad en sí mismos», señala Delgado.
- Mayor confianza
Cuando el adolescente siente que se confía en él, asume sus responsabilidades, en cambio, «cuando esto no sucede, se genera tirantez, indecisión e inseguridad», sostiene.
- Sentirse importantes
Al adolescente le gusta contar para los asuntos de casa, quiere participar también en las dinámicas familiares y que cuenten con su opinión. En ocasiones, si no se involucran más es porque no les preguntan, porque se da por hecho que no les importa, cuando realmente no es así. El joven no debe sentirse un mero espectador de las cosas que ocurren en casa aunque, eso sí, las decisiones finales corresponden a los padres.
- Mayor flexibilidad en los horarios
La estrella de los reclamos, el top de las discusiones y, por excelencia, el alma máter de las quejas de todo adolescente. «Esta reclamación está en el ADN del adolescente. Ahora bien, tan perniciosa es la rigidez normativa como la falta de límites. Los chicos aborrecen tanto la imposición cómo la dejadez. Lo aconsejable es que, sobre la base de las normas que los padres consideren adecuadas, exista un margen de negociación», apunta Delgado.
Los adolescentes quieren que las normas sean claras, pues lo que más les molesta es la incongruencia. Es decir, «que un día se le castigue o amoneste por un motivo concreto y al día siguiente, por el mismo motivo, no pase nada», explica.
- Más interés por sus gustos y aficiones
Aunque no lo pida, al adolescente le gusta que sus padres se interesen por sus hobbies, que le pregunten por la música que escuchan o las series que ven, pero sin hacer juicios de valor ni ridiculizarles por lo que escuchan. Hay que evitar frases del tipo «no sé cómo puedes escuchar esto, ni es música ni es ná», por ejemplo. «Cada vez que se emite un reproche, se agiganta la distancia entre el adulto y el adolescente», asegura.
- Aunque ellos no lo digan, pasar más tiempo con sus padres
No se trata de hacer lo que ellos quieran, sino de buscar intereses y espacios comunes.
- Ser empáticos con ellos, que se sientan escuchados
Si el adolescente se siente tenido en cuenta por sus padres, cuando tenga un problema acudirá a ellos, y no a personas de fuera.
- Trasmitirles cosas con ejemplos de su vida y no con palabras
Es decir, «trasmitirles con historias reales, propias o ajenas, cómo se puede lograr lo que le piden», añade Alberca.
- Que se les quiera más a ellos que a sus resultados
Estamos en una sociedad en la que se valora únicamente el resultado en vez del proceso, pero es importante que los chicos aprendan que el esfuerzo y el proceso a veces es más importante que los resultados. Sobre todo, en época de aprendizaje.
- Que celebren sus aciertos, igual que les enfatizan sus fallos
Todos estos puntos podrían resumirse en uno: que sus padres les aporten seguridad y confianza, la que necesitan para crecer y seguir madurando.
La adolescencia es una época muy marcada por los cambios físicos que ya comenzaron en la pubertad y todos los adolescentes, sean más o menos atractivos, tienen complejos. Y eso es, asegura Alberca, porque aún no han experimentado el éxito con esos defectos. Aunque parezcan seguros, en realidad no lo son. Por ello, es fundamental que les den «esa seguridad y ese amor incondicional que necesitan, que les comprendan y perdonen a lo largo de todo el proceso, que les enseñen cómo hacer las cosas, y les den la motivación necesaria, además del método para hacerlas», señala Alberca.
Lo mismo sucede en materias de sexualidad. No cabe duda de que la adolescencia es una edad clave donde los chicos están descubriendo un sinfín de cosas. Los padres no deben dar la espalda, y tienen que abordar también estos temas. Según expertos en sexología, no se trata de darles la típica charla, sino de aprovechar las oportunidades cotidianas para hablar, por ejemplo, de temas como el amor, el enamoramiento o las amistades. Es mejor no evitar conversaciones e intentar abordarlas con la mayor normalidad.»
Comparto un vídeo interesante de ver…
Comentarios 4
gracias Carlos! buena cosa la empatia, el amor y la paciencia… funciona en casi todo!! 🙂
un abrazo!
Gràcies per aquesta entrada, Carlos!!
En definitiva, els i les adolescents ens necessiten al seu costat, tot i que a vegades se’ns fa molt difícil perquè sembla que no ho vulguin. El llistat de les 10 coses que comentes, els pares i mares les hem de tenir ben presents…. Potser ens aniria bé tenir-ho penjat a la nevera i anar-ho recordant, oi?
Buena entrada por la banda. Espero que algo quede y aflore cuando toque. Gracias Carlos.
caramba Francesc y Andrés!! debemos estar todos en «edad de riesgo»!
un abrazo y que sea leve, que fijo que algo quedarà 🙂
igor