¡Ya sabéis! Parece que estamos en la cultura de la queja, y da la impresión que una queja compartida con alguien hace menos daño. Cuando algo nos sale mal o no tan bien como quisiéramos, preferimos externalizar culpas sin parar a pensar en la responsabilidad que tenemos ante el problema. Much@s se pasan la vida quejándose de lo que les ocurre y cuando analizas lo que le pasa, uno se da cuenta que el motivo es un «problemilla».
Otros tienen la virtud de que ante un «problemón» prefieren ponerse manos a la obra y olvidarse de utilizar ese papel de víctima tan extendido. ¿Me puedo quejar? ¡Sí, por supuesto! pero el siguiente paso es preguntarse que voy a hacer.
Es cuestión de plantearse como objetivo no caer en el vago recurso de la queja absurda y adelantarse en el tiempo cuando ves que hay algo que puede llegar a a frustrarte. Olvídate ya de esas frases que pones como excusas como ese «llevo un día día para olvidar» porque simplemente está lloviendo, tu ordenador va más lento de lo normal o simplemente tu equipo ha perdido. Creo que algunas veces nos olvidamos que somos unos privilegiados en esta vida. Comparto una artículo publicado en El País titulado Así te cambia la vida si pasas un mes entero sin quejarte que habla de una propuesta que se planteó hace unos meses.
«Queja viene del latín, de quassiare, de quassare, que significa golpear violentamente, quebrantar, y expresa un dolor, una pena, el resentimiento, la desazón… Un amplio espectro de sensaciones pero con un nexo común: su carácter negativo. Y este lleva al odio y, como es bien sabido, el odio lleva al lado oscuro. Con esto en mente, un par de amigos, Thierry Blancpain y Pieter Pelgrims, decidieron establecer en febrero el proyecto Complaint Restraint February. Un mes de 28 días en el que uno no podía ayear por tonterías.
«Pieter y yo llevamos siendo amigos desde hace 10 años y hemos trabajado juntos en muchos proyectos y en invierno de 2010, tuvimos la idea de dejar de quejarnos por un mes», cuenta Blancpain por correo electrónico. Este suizo creador de tripografías no sabe de quién fue, pero supone que uno de los dos se estaba dando la tabarra y el otro le dijo que se callase durante un mes. «Como después nos sentimos más felices, decidimos repetir al año siguiente». En 2014, preguntaron a algunos amigos si querían unirse y, tras ver que también sentían los efectos, en 2015 lo abrieron al público con una web para que apuntarse al experimento. Esperaban tener 50 solicitudes. Al final fueron 1.750.
Tras aclarar que quejarse no es malo de por sí, Blancpain explica que su idea es dejar de hacerlo por las pequeñas cosas que en realidad no importan. «La lluvia, el bebé que llora en el restaurante, el jefe que te hace estar una hora más en la oficina, el autobús que perdiste para ir al trabajo». Acontecimientos que«vistos con perspectiva no importan y en las que enfocarse es una pérdida de tiempo y energía». «Si tenemos comida, casa, familia, amigos…¿no deberíamos ser felices?».
Según Blancpain, los beneficios de esta actitud tienen dos caras. Por un lado, aumenta «la sensación de felicidad» y disminuye la de “estar quemado». Por otro, adquirimos «conocimientos sobre la forma en que nos comunicamos y cómo se comunica la gente de nuestro alrededor». Durante ese mes, asegura que se da cuenta que ciertos conocidos son muy negativos y le hacen más infeliz. «Puede sonar duro, pero creo que no es razonable pasar tiempo con una persona con la que nos sentimos peor después de quedar».
Sin ser expertos en psicología, Blancpain y Pelgrims tienen el conocimiento que da años de práctica. Un truco es darle la vuelta a las quejas en sugerencias positivas. «Si alguien viene y me cuenta que alguna pequeña cosa negativa sobre su trabajo, le pregunto si no cree que su jefe horrible es señal de que debe buscar un nuevo empleo”. Cuando hace malo y no se puede estar en la calle, sugiere ir a «ver una peli». Algunos van un poco más lejos y llevan una goma elástica alrededor de la muñeca con la que se provocan dolor cada vez que se quejan en alto para condicionarse pavlovianamente. «A lo mejor ayuda, pero lo importante no es dejarlo completamente [esto Blancpain lo considera imposible] sino darse cuenta y redirigir esa energía» a aspectos positivos.
Este ha sido el primer año que lo abren al gran público. Estiman que ha sido un éxito. Algunos les mandaban correos electrónicos asegurándoles que habían hecho su vida mejor, otros comentaron que tuvo un efecto negativo en su vida al darse cuenta que tenían gente muy negativa en su entorno. El éxito les pillo por sorpresa, así que para la próxima edición piensas preparar materiales, artículos, experiencias… para ayudar a los que quieran unirse.
Escogieron febrero debido a que es el mes más corto del año y sería más fácil de lograr, pero parar de ayear no está ceñido a ese periodo. «Puedas dejar de quejarte ahora mismo, estás donde estés, y tener un mejor marzo, abril o junio». Solo recuerda, si algo «realmente malo» ocurre en tu vida, mejor «cuéntaselo a tus amigos». Se supone que tiene que hacerte sentir feliz, no miserablemente solo.»
Comparto un clásico ya publicado en este blog que de vez en cuando es bueno escucharlo. Emili Duró a parte de que provoca unas risas, te hace plantear lo explicado en el post…